sábado, 4 de febrero de 2012

Los mozos

Uno. Hoy me fui a escribir el capítulo del día al bar Varela Varelita, en el barrio de Palermo. El mozo, veterano y amable, aparece enseguida y le pido un cortado en jarrito. Me trae un cortado en pocillo. No le digo nada: los designios de los mozos son inescrutables.

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