jueves, 16 de febrero de 2012

Dónde está mi pizza o cómo contar una historia

Séptimo.Las multitudes que se congregan en la pizzería Guerrín impresionan. ¿En qué horno infernal se abastece a tanta masa hambrienta? Anoche nos sucedió algo singular. Pedimos una pizza "familiar de mozzarella con aceitunas negras". A su tiempo, el mozo nos trajo una de mozzarella a secas. En un primer momento pensé que las aceitunas estaban ocultas bajo el abundante queso, pero no. A tres mesas, había dos muchachos perplejos, que miraban, como nosotros, su pizza. En medio del barullo, sucedió la comunicación:
–¿Esa pizza es la que ustedes pidieron? ¿No será esta?
Intercambio de bandejas con sonrisas.
Un cliente se hubiera enojado. (Apotegma para un futuro manifiesto de libertad sobre la sociedad de consumo: "Yo no soy cliente de nadie").Para nosotros, fue un motivo más para carcajear. Formas de tomar la vida.
Eso sí, el mozo no estaba en su día: quince minutos después dejó caer una botella de vidrio y una astilla alcanzó a tocar la pierna desnuda de mi compañera. En ese momento pensé: "Si sale sangre, le hacemos un juicio a Guerrín", mientras miraba la salsa de tomate y elucubraba posibles astucias, siempre imaginarias. De verdad, eso me preocupó, pero no hubo sangre y la noche terminó cuando salió el sol. Por suerte, el Universo no pretende ser original de un día para otro y siempre nos ofrece el mismo ciclo de luz y sombra para que nosotros hagamos allí lo que se nos ocurra. Las pizzas de Guerrín tampoco son originales: son ricas y ofrecen muchas variantes. Lo mismo pienso de la literatura: aquel que no tiene nada para contar, pretende la originalidad y nos regala engendros, algo así como una pizza cruda, con un pulpo podrido y vagabundeo creativo a las finas hierbas, en porciones para anoréxicos. Humildemente: cuenta tu historia, que será una variante, en su medida, de la vieja historia que empezó a contar el poeta anónimo de Gilgamesh, hace cinco mil años, o el múltiple Homero, hace treinta siglos. Y qué vivan por siempre los maestros pizzeros de Guerrín.

3 comentarios:

  1. Oquei, oquei, oquei... Cada vez me convenzo más de que "debo" comprar sin dudas, ese libro suyo, Vaccarini. Lindo cómo escribís.

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  2. Sos un chef de las palabras, compañero. Con tan escasos ingredientes como una pizza intercambiada y un vaso de vidrio roto, pergeñás un manjar. Rico, leerte. Rico.

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