sábado, 4 de febrero de 2012

La lavandera

Dos. La señora que hoy atiende la lavandería no es la de siempre; parece despistada y lo confirma enseguida. Sin preguntarme quien soy, anota mi nombre en el comprobante y anota, además, "lavado". Le digo que quiero "lavado y secado". (¿Por qué me llevaría la ropa mojada?). Entonces me mira, arquea los ojos y dice que me confundió con otra persona, un señor calvo como yo y que sólo quiere "lavado", sin secado. Me pregunta mi nombre, lo anota. Cuando llego a casa, advierto que el anterior nombre –tachado – es "María José". Un señor calvo, que usa ropa mojada y que se llama María José, se parece a mí. Otro misterio pasajero del día.

5 comentarios:

  1. :) Me hiciste reír...
    Qué buena idea la de convertir cotidianeidades en texto, Franco. Me encantaron estas dos.
    Ya te estoy agregando a mi blogroll para pasearme por acá cuando actualices.
    ¡Feliz estreno!

    ResponderEliminar
  2. A lo mejor no era María José sino José María... los designios de las lavanderas son inescrutables.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. las epifanías cotidianas son mis favoritas, lejos. y por suerte, siempre hay, aunque no siempre las veamos

    ResponderEliminar
  5. Gracias por pasar por aquí y dejar estos comentarios. Este humilde e inexperto blogguero lo agradece.

    ResponderEliminar