sábado, 4 de febrero de 2012
La lavandera
Dos. La señora que hoy atiende la lavandería no es la de siempre; parece despistada y lo confirma enseguida. Sin preguntarme quien soy, anota mi nombre en el comprobante y anota, además, "lavado". Le digo que quiero "lavado y secado". (¿Por qué me llevaría la ropa mojada?). Entonces me mira, arquea los ojos y dice que me confundió con otra persona, un señor calvo como yo y que sólo quiere "lavado", sin secado. Me pregunta mi nombre, lo anota. Cuando llego a casa, advierto que el anterior nombre –tachado – es "María José". Un señor calvo, que usa ropa mojada y que se llama María José, se parece a mí. Otro misterio pasajero del día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
:) Me hiciste reír...
ResponderEliminarQué buena idea la de convertir cotidianeidades en texto, Franco. Me encantaron estas dos.
Ya te estoy agregando a mi blogroll para pasearme por acá cuando actualices.
¡Feliz estreno!
A lo mejor no era María José sino José María... los designios de las lavanderas son inescrutables.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarlas epifanías cotidianas son mis favoritas, lejos. y por suerte, siempre hay, aunque no siempre las veamos
ResponderEliminarGracias por pasar por aquí y dejar estos comentarios. Este humilde e inexperto blogguero lo agradece.
ResponderEliminar